sábado, 9 de noviembre de 2013

Lenguaje judicial

28 de septiembre de 2011. 04:00h Enrique LÓPEZ.

El Ministro de Justicia ha defendido recientemente la necesidad de que el derecho hable «como habla la gente», reclamando a profesionales e instituciones que empleen un lenguaje jurídico comprensible para el ciudadano. Recalcó que el acceso a la Justicia también radica en el derecho a comprender y destacó «el derecho de los ciudadanos a comprender lo que les dice la Justicia desde la primera notificación hasta la sentencia». No puedo estar más de acuerdo y como principio general es absolutamente asumible. La cuestión es que estamos en el año 2011 y la Carta de los Derechos del Ciudadanos ante la Justicia se aprobó el 16 de abril de 2002, la cual reza, en relación con el derecho a una justicia más comprensible, lo siguiente: «5.- El ciudadano tiene derecho a que las notificaciones, citaciones, emplazamientos y requerimientos contengan términos sencillos y comprensibles, evitándose el uso de elementos intimidatorios innecesarios. 6.- El ciudadano tiene derecho a que en las vistas y comparecencias se utilice un lenguaje que, respetando las exigencias técnicas necesarias, resulte comprensible para los ciudadanos que no sean especialistas en derecho. Los Jueces y Magistrados que dirijan los actos procesales velarán por la salvaguardia de este derecho. 7.- El ciudadano tiene derecho a que las sentencias y demás resoluciones judiciales se redacten de tal forma que sean comprensibles por sus destinatarios, empleando una sintaxis y estructura sencillas, sin perjuicio de su rigor técnico. Se deberá facilitar especialmente el ejercicio de estos derechos en aquellos procedimientos en los que no sea obligatoria la intervención de Abogado y Procurador». Está casi todo dicho, lo único que restaba era comenzar a trabajar, pero no cabe duda de que, aunque con demora, esta iniciativa es positiva. La Justicia representa un derecho fundamental, tal cual es el derecho a la tutela judicial efectiva, y como tal su función esencial es resolver los conflictos jurídicos que se producen en el seno de la sociedad, para lo cual, además de llevar a cabo su cometido, lo debe desarrollar de una forma y en unos términos que sean comprensibles para el ciudadano. Ahora bien, no caigamos en falsos populismos, el derecho es una ciencia con un lenguaje especial, como todas las ciencias, y es y debe ser compatible el esfuerzo por hacer comprensibles las decisiones judiciales al ciudadano, y la necesaria utilización de las reglas jurídicas en la aplicación del derecho, no pudiendo prescindir en la mayor parte de sus instituciones, de las denominaciones acuñadas por la ciencia del derecho. Los conceptos jurídicos tienen en su gran mayoría un origen abstracto, en tanto en cuanto son entes de razón, con un grado muy elevado de complejidad en su concepción y concreción en su fijación, de tal modo que cuando se utiliza el concepto cualquier experto sabe a lo que nos estamos refiriendo, sin necesidad de usar un lenguaje descriptivo (ratificación, pretensión, inhibición, etc.). El uso de este tipo de conceptos es necesario y obligatorio, sobre todo en una ciencia que se basa en la aplicación de un lenguaje legalizado a un supuesto de hecho a través de unas reglas preestablecidas de aplicación e interpretación. El lenguaje es la herramienta de trabajo del derecho, y cuanto más preciso y exhaustivo sea, mayor seguridad jurídica generará. Sin embargo, esto no justifica el carácter arcaico de algunos de los términos usados; el lenguaje del derecho es un lenguaje en el que concurren muchos términos específicos que obedecen a «cultismos» procedentes del latín y cuya evolución gramatical-histórica ha sido mínima. Hay que hacer un esfuerzo por evolucionar con el lenguaje general, evitando los cultismos y «latinismos» ociosos. Creo que cuanto más cercana está un área de comunicación a la vida diaria, social y privada, más comprensible será para la inmensa mayoría de los ciudadanos. Pero no debemos confundir los términos: el derecho no puede abandonar su lenguaje técnico y ello no es incompatible con el esfuerzo de hacerlo más compresible a los ciudadanos. La Carta antes referida ya distinguía entre procedimientos en los que se cuenta con abogado y procurador y los que no, en los primeros es obligación del profesional explicarle a su cliente el sentido de las resoluciones judiciales. En el segundo caso, es obligación de los propios jueces hacer compresible su decisión. Lo importante es que el afectado entienda lo que se ha resuelto y por qué y, de forma paralela, que la sociedad, con carácter general, perciba más y mejor las decisiones de la Justicia. Para esto último resulta de especial importancia el mundo de los medios de comunicación y, a la vista de cómo se explican determinadas resoluciones judiciales en los últimos tiempos, creo que queda mucho más que hacer en este mundo que en el del lenguaje jurídico. De nada sirve hacer esfuerzos para hacer entendible la Justicia si hay medios de comunicación totalmente enfrentados con la objetividad y reñidos con la verdad, pero esto es otro tema.

http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_400357/9320-lenguaje-judicial#.Un5kPnCP9KB

viernes, 1 de noviembre de 2013

Bajo el mar de Cabrera

La exploradora y activista Alexandra Cousteau se enfundó un traje negro de neopreno, calzó las aletas y cargó con el equipo de respiración bajo el mar. Al mediodía del último día de octubre, se zambulló en unas aun templadas y movidas aguas litorales del parque nacional de Cabrera, en las islas Baleares. Acompañó a los científicos y cámaras submarinos de la organización internacional Oceana, que dirige en Europa el ecologista y biólogo Xavier Pastor en una de sus campañas.
La nieta del pionero proteccionista y divulgador marino Jacques Cousteau e hija de su malogrado sucesor Philippe, se documentó, otra vez, sobre el esplendor protegido de este paraje mediterráneo natural. Oceana reclama la ampliación del perímetro del parque, más allá de cuatro millas de Cabrera, para que los barcos arrastreros, de manera ilegal, no puedan seguir asolando las periferias submarinas de gran valor.
Formaciones coralíferas de hasta un metro de altura, bosques intactos y jardines y gorgonias coloristas forman la piel invisible de la tierra sumergida habitada por una fauna de gran valor, zona de cría de especie de valor comercial. Alexandra Cousteau expresó su compromiso para que crezca el ámbito de preservación y vigilancia del más que simbólico parque nacional marítimo terrestre del archipiélago de Cabrera, creado en 1991 en las Cortes españolas. Cabrera en verano es un foco de atracción de navegantes y turistas de excursión.
“Hay que multiplicar por nueve su superficie marina para amparar la riqueza de los fondos del mar alrededor y la entidad del parque”, señaló Cousteau. El Gobierno balear, del PP, no asume esta tesis y se muestra sensible a las sugerencias y presiones de los pescadores —no artesanos, sino industriales—, que circundan y a veces penetran en fondos de gran valor y aún libres de amparo legal.
El líder de Oceana en Europa, Xavier Pastor, que encabezó con Greenpeace en los 80 la defensa y con acciones directas en Cabrera, aseguró que “se han documentado en zonas ahora periféricas, limítrofes del parque hábitats y especies de elevada importancia ecológica”. Pastor resaltó que se impondrá la mera aplicación la “normativa ambiental y pesquera, nacional e internacional”.
Las cámaras de un robot sumergido trasmitían, en directo, el día 31 de octubre, las secuencias del rastreo del fondo del mar hasta los ordenadores de la lancha rápida fletada por Oceana. El documental y las fotos sobre el viaje submarino a la riqueza natural de Cabrera se divulgará en medio mundo. "¿Cuantas horas de imágenes en video acumulas?" inquirió Costeau al operador José Manuel Sáez que luchaba contra el oleaje, las corrientes de fondo, el sol que le blanqueaba las tres pantallas.
Al sur de Mallorca, la quinta isla por tamaño de Baleares, Cabrera y sus islotes fueron refugio histórico de piratas y contrabandistas y quedaron ajenos al desarrollismo del turismo hotelero y residencial por ser enclave estratégico de interés militar.
La declaración de máxima protección de 1991, tras años de manifestaciones en la calle y acciones directas ecologistas, blindó al territorio y su entorno de las maniobras y destructoras prácticas con bombas y fuego real efectuadas hasta finales de los 80. Oceana y Cousteau, con muchos científicos públicos que han explorado Cabrera, entienden que tras dos décadas de gestión estatal en Parques Nacionales y ahora por el Gobierno balear, la legislación de la UE y la realidad medioambiental obligan a más, a blindar los fondos excepcionales del alrededor.
Pastor y Cousteau resaltan que la pretensión de multiplicar las hectáreas marinas no es una agresión contra “los intereses respetables de los pescadores tradicionales, artesanos, de actividad sostenible, con base en los puertos cercanos”. Los activistas apuntan hacia la amenaza real, la que radica en las redes y puertas que asolan los fondos de la pesca industrial de arrastre.
“El arrastre en estas zonas es ilegal “subraya el director de Oceana y cree que podría controlarse con los sistemas de navegación por satélite y registros, cajas negras, de abordo. Uno de los santuarios submarinos que Oceana vindica está a cuatro millas de la costa de Cabrera y a seis de la isla de Mallorca, Es Fort den Moreu, una plataforma rocosa apetecida por los grandes barcos de bou (redes de fondo), equipados con alta tecnología y motores excesivos.
Científicos del Instituto Español de Oceanografía, del Gobierno de Baleares y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas destacaron la importancia de la flora y la fauna submarina y la necesidad de su protección.

Cousteau en español y una negra memoria

Alexandra Cousteau es francesa, ahora vive en Alemania por su matrimonio, tras haber residido en Estados Unidos y también en Costa Rica. Políglota se expresa en un perfecto castellano, fruto de “mi época española de estudiante durante un curso en Salamanca, a los 17 años, más etapas en Madrid y Barcelona”. Es una vip discreta y sin distancias. Al bajar al fondo del mar una vez, un mero de gran tamaño, que no ha sido perseguido en años, se encandiló de la buceadora.
“En Cabrera existió el primer campo de concentración de la historia de Europa”, observó Alexandra Cousteau en la bocana del puerto con el castillo roquero medieval. [Alude a una historia negra y de horror en España del siglo XIX, a la reclusión y abandono en la isla, tras la batalla de Bailén de 1808, más de 10.000 soldados franceses prisioneros, sin sustento, sin posibilidad de fuga, sin agua dulce. Apenas tres mil sobrevivieron al cabo de más de seis años]

. ANNIE LEIBOVITZ

Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades
Es un honor realmente extraordinario. Estoy profundamente agradecida y honrada por estar con ustedes esta tarde. Con este premio, me unen a un grupo maravilloso de artistas, escritores, compositores, arquitectos y cineastas. En este momento, me viene a la mente una galardonada anterior que significó mucho para mí: Susan Sontag.

Me siento muy orgullosa por estar aquí y mi orgullo es aún mayor al representar el medio de la fotografía. Hace quince años, en 1998, otro fotógrafo, Sebastiao Salgado –que sirve de inspiración a tantos de nosotros– fue galardonado por la Fundación.

Para mí, la fotografía representa la vida misma. Es comunicación y permite el intercambio de experiencias. Nos permite mostrar a otros lo que vemos, las cosas que nos fascinan, las personas y los lugares que amamos y apreciamos. Algunos fotógrafos desvelan nuestras dificultades y desdichas,
aquello que nos traiciona y nos frena. Otros nos transportan a mundos que nunca podríamos visitar, o nos ayudan a entender mejor a personas a las que, de otra manera, nunca conoceríamos.

Al mismo tiempo, con una cámara podemos retener los momentos fugaces de nuestras vidas. Una fotografía posibilita que recordemos, por ejemplo, esa estampa increíble que nos fascina cuando la vemos y que luego desparece de nuestra visión. O ese memorable evento; ese lugar que visitamos una vez; nuestros hijos que crecen y cambian tan rápidamente. Las personas que amamos y de quienes aprendemos. Los momentos felices, tristes y profundos que animan y enriquecen nuestros días. La fotografía siempre ha tenido ese increíble poder para detener y retener el presente, antes de que desaparezca en el pasado.

Y, sin embargo, el valor de la fotografía como una actividad seria se ha puesto en duda desde la invención de las cámaras. Durante mucho tiempo, la cuestión era si la fotografía era arte o no. Finalmente se decidió que la respuesta era que sí, pero ahora la pregunta es si la fotografía ha muerto o no.

Hasta se hacen congresos sobre este tema. En uno de esos congresos se planteó recientemente que, aunque la fotografía podría no haber muerto, sí era muy probable que los que hubieran muerto fueran los fotógrafos.

Aquí y ahora, cuando más personas que nunca han aceptado la fotografía como forma de arte, otros se preguntan si la imagen fija podrá sobrevivir en esta era de la imagen digital, de los teléfonos con cámara, de las grabaciones de vídeo de fácil acceso y de la cada vez mayor influencia de la televisión y
de Internet sobre el objeto fotográfico y la página impresa. ¿Es la fotografía menos especial que nunca, menos significativa, ahora que cualquier persona puede hacer una foto, que se hacen millones cada segundo y que nadie sabe si todas esas imágenes digitales van a sobrevivir o cómo lo harán?

La verdad es que la fotografía se inventó precisamente para que cualquier persona pudiera crear una imagen. Para que cualquier persona, de cualquier clase o posición social, pudiera tener una imagen de ella misma, o de sus familiares y amigos, o de los paisajes y las vistas y las cosas que fuesen
importantes para ella. El poder de la fotografía es el poder de compartir nuestras experiencias con otras personas, al margen de las diferencias temporales, geográficas, de educación y de creencias. El poder de mostrar lo que, de otra manera, no podría creerse. El poder para detener y retener esos
momentos que acaecen fugazmente a nuestro alrededor.
Pero ser fotógrafo es una elección.

Comprendí de joven que lo que hacía tenía importancia. A principios de la década de los setenta, tuve la suerte de formar parte de una revista, Rolling Stone, donde me tomaron en serio. Tan en serio como podía ser tomada una chica que trabajaba en una revista en la década de los setenta.

Mi vida transcurría de un trabajo a otro. Hacía fotos de los conciertos de rock pero nunca oía la música. Mirar no me permitía hacer nada más. El mirar me consumía. Mi estado de ánimo dependía de la última fotografía tomada. Si hacía una buena fotografía, estaba eufórica, viva. Si mis fotos no
eran buenas, me sentía fatal, fracasada, deprimida. Hasta que hacía la siguiente fotografía buena.

Fui reportera gráfica en un primer momento y de pronto me vi haciendo retratos. El retrato me dio la libertad de poder tomar partido, de tener una opinión, de ser conceptual y de poder seguir contando historias. No tengo las habilidades sociales que tienen muchos buenos retratistas, pero amo la fotografía. La fotografía siempre ha sido lo primero.
 

Para el fotógrafo, la fotografía no es sólo algo que queda registrado. Es la expresión de un punto de vista. El trabajo del fotógrafo es expresar ese punto de vista de forma tan acertada y consciente como le sea posible, con su talento, experiencia e intuición.

El fotógrafo es quien registra la experiencia de la mirada y la transforma en una imagen duradera.

Humildemente, creo que este honor que me otorgan esta tarde refleja la convicción de que la fotografía tiene un poder increíble. Que a pesar de que está cambiando, la imagen es cada vez más relevante y tiene más fuerza en nuestras vidas que nunca.

Muchas gracias.

La consolidación del cómic adulto

A diferencia de Estados Unidos, donde los cómics nacieron en el seno de la prensa periódica y dirigidos a un público heterogéneo que englobaba a adultos y niños, en España, al igual que el resto de Europa, nacieron en soportes editoriales especializados y dirigidos básicamente al público infantil. La convencional cultura europea tardó en dignificar la imagen impresa, teniendo que esperar a la década de 1960-1970 para que los intelectuales comenzaran a interesarse sobre el tema, tomando como punto de partida de dicho interés la aparición de un cierto cómic de vanguardia publicado en Francia e Italia.
Si tenemos en cuenta la peculiar situación de Estado español no es de extrañar que el cómic fuera concebido durante estos años como una lectura de menor calidad destinada al público infantil y juvenil. En este contexto, en 1962 se creó la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles (CIPIJ) dependiente de la Dirección General de Prensa del Ministerio de Información y Turismo, que tenía unas funciones claramente censorias - eliminar los contenidos violentos o eróticos-. Con ello era evidente que el gobierno pretendía hacer del cómic un puro elemento de diversión la margen de cualquier connotación ideológica. Las repercusiones de la CIPIJ se observaron rápidamente en la disminución del número de publicaciones.
A finales de la década se comenzaron a soslayar las medidas de referido organismo a través de la adopción de fórmulas puente, como la creación de las "narraciones gráficas para adultos", que permitieron que se dieran a conocer obras como "Delta 99" de Carlos Gimenez. Y a pesar de todo se produjo un despertar teórico que fue previo al artístico y cuyas causas hemos de buscar en el "boom" repentino de este medio en otros países europeos, coincidiendo con la dura oposición al régimen franquista que hizo que dibujantes, artistas y críticos comenzaran a tantear las posibilidades de asimilación de las nuevas corrientes europeas.
                     Francesca Lladó (2001): Los cómics de la Transición (El boom del cómic adulto 1975-                                                           1984),  Barcelona: Glénat., pág. 25